miércoles, 23 de febrero de 2022

Ortemius, el sabio loco.

 



Nadie puede afirmar con seguridad cuándo perdió la cabeza pero si preguntas, todos te dirá anque fue entonces cuando Ortemius, el que fuera discípulo aventajado del gran alquimista Andión Flûmen, se hizo sabio. Es cierto, no mentiré, que su comportamiento era errático la mayor parte del tiempo y que mantener una conversación con él no era fácil si uno no estaba dispuesto a dejar de lado las más elementales reglas de la lógica. Ortemius nunca daba una respuesta directa, a veces ni siquiera daba una respuesta, o eso afirmaban las decenas de incautos y advenedizos, egoístas ávidos de saber que trataban de aprovecharse de él creyendo, sin saber con quién trataban, que a Ortemius era posible engañarlo. 

Ortemius, que ya era viejo cuando mi abuelo era un joven, siempre me dijo que para saber hay que ser paciente y estar dispuesto a no avanzar ni un solo paso. En la aparente quietud de la inmovilidad de las cosas y en la perseverancia, repetía, está el conocimiento. Durante muchos años no entendí aquella sentencia en la que se basa el ancestral saber alquímico.

Antes de que los Grandes Pesares asolaran estas tierras, Ortemius ya era conocido como el sabio loco y es curioso cómo entre la gente siempre pesó más lo segundo que lo primero. Veían en él a un orate y no al hombre sabio que era. No digo que no estuviera loco, que sin duda lo estaba, pero su locura era una locura sincera y bondadosa, repleta de un conocimiento y de una sapiencia que él estaba dispuesto a compartir con quien lograse descifrar su intrincada y compleja mente. Supongo que para eso hacía falta paciencia y algo de suerte. Él, sin embargo, no se tenía por loco, se veía más bien como un profeta que ha olvidado su mensaje y por eso ansiaba tanto encontrar a alguien que le entendiese y pudiese descifrarle. Hablar con Ortemius, el sabio loco, era como leer un libro escrito en una legua desconocida en una habitación en penumbra. Era emocionante e inspirador. Terrorífico y desesperante.

La vida de Ortemius no debería caer en el olvido y es por ello que me dispongo a narrarla en las páginas que vais a leer a continuación. Lo haré sin aparente orden ni concierto, pues así funcionaban mi maestro y su intrincada mente, aunque con el tiempo aprendí que con él, con Ortemius, nunca nada sucedía por azar y todo escondía un significado oculto. Si desesperas en la lectura de estas memorias que yo, un humilde aprendiz, pretendo relatar, es que sencillamente no estás preparado para comprender al sabio loco y su mensaje. Tal vez ni yo mismo lo esté, quién sabe. He aquí la historia, las historias, de Ortemius el más grande hombre que fue, es y será. El discípulo que se convirtió en maestro. El maestro que alcanzó la sabiduría tras abandonar la razón. El sabio que se tornó en loco. El loco que me devolvió la cordura.

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